miércoles, diciembre 12, 2012

Los 144,000 de Israel y la muchedumbre de otras naciones

¿Qué deberá pasar antes?


Los 144,000 de Israel y la muchedumbre de otras naciones

Apocalipsis 7:1-6

Después de esto vi cuatro ángeles de pie en las cuatro esquinas de la tierra, que sujetaban a los cuatro vientos de la tierra, para que no soplaran sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre los árboles.

Luego vi a otro ángel que subía desde el oriente y llevaba el sello del Dios vivo. Gritó con voz poderosa a los cuatro ángeles autorizados para causar daño a la tierra y al mar:

"No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios".

Entonces oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel:

De la tribu de Juda: 12,000 marcados

De la tribu de Rúben: 12,000 marcados

De la tribu de Aser: 12,000 marcados

De la tribu de Neftalí: 12,000 marcados

De la tribu de Manasés: 12,000 marcados

De la tribu de Simeón: 12,000 marcados

De la tribu de Leví: 12,000 marcados

De la tribu de Isacar: 12,000 marcados

De la tribu de Zabulón: 12,000 marcados

De la tribu de José: 12,000 marcados

De la tribu de Benjamín: 12,000 marcados

¿Ha venido acaso un ángel? ¿Se han detenido los vientos? ¡NO!

Apocalipsis 9:1-2

Y tocó el quinto ángel. Vi entonces una estrella que había caído del cielo a la tierra. Le fue entregada la llave del pozo del abismo.

Abrió, pues, el pozo del abismo, y subió una humareda como la de un horno inmenso que oscureció el sol y el aire.

¿Ha ocurrido esto?  ¡NO!

Apocalipsis 9:3-6

Apocalipsis 9:11-12

De esa humareda salieron langostas, que se esparcieron por la tierra, y se les dío la misma capacidad que tienen los alacranes de la tierra.

Se les ordenó que no causarán daño a las praderas, ni a las hierbas, ni a los árboles, sino sólo a los hombres que no llevarán el sello de Dios en la frente.

No podían matarlos, sino únicamente atrormentarlos durante cinco meses con un dolor semejante a la que produce la picadura del alacrán.

En aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; querrán morir, pero la muerte huirá de ellos.

Tienen un rey el ángel del abismo, que en hebreo se llama Abadón, y en griego Apolión (en castellano, destrucción).

El primer ay ha pasado. Vienen todavía otros dos detrás.

¿Ha ocurrido esto? ¡NO!
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